Hoy miro a mi alrededor y contemplo lo grande que somos, nuestro territorio se baña por mares gélidos y espumas de alegría. Hoy cualquier niño tiene la oportunidad de reír, de contemplar como su cordillera se muestra majestuosa y no se encuentra cubierta de un tenue abrigo color plata.

El cielo está cada vez más radiante y ya no existen –como dijo una gran poetiza – “piececitos de niños azulosos de frío”

El callar dejó de ser el verbo del pueblo, éste aprendió a escoger figuras que luchan por él. Por fin se acabaron las distancias que dividían de polo a polo nuestra política.

Nuestro planeta se encuentra más arbolado que en su prehistoria y el aire cala con gracia nuestros pulmones, que décadas atrás fueron abrazadas por cenizas de tóxicos cigarros.

Sabes, la gente del norte, del sur y del centro, funcionan como un unísono, y la melodía nacional es el patrimonio más íntimo de todos.

Hoy no me siento diferente, tú tampoco, creo que somos parte de una hermandad idílica. Ya se ha derribado el muro impenetrable de los prejuicios.
Hoy el miedo se marchó en una cofradía, tal vez hasta quedo en desuso en Internet.

Conozco los milagros, tú inteligencia es la que prima ante el imperio monetario, ahora puedes entrar en la universidad. Ya podemos afirmar que el analfabetismo se extinguió, y que somos la dulce cuna de niños con futuros prometedores.

Te acuerdas que alguna vez nuestras calles se asemejaban a basurales, pues esto ya no existe, ya no es pesadilla, ni mucho menos “déjà vu”

Quiero entregarte una recompensa, mejor una moraleja, somos un monstruo grande que pisa fuerte.

Hoy la película morbosa perdió los galardones, y nuestros compatriotas ganan y ganan tesoros culturales.

Los pascuenses se sienten más chilenos que los porotos y los mapuches son una tribu que todos admiramos. Tal vez nuestro criollismo llegó en una carabela, pero hoy somos más cosmopolitas que los europeos.

El cobre ya no es tirano, de hecho volvió sumiso, se equilibró con la pesca, la agricultura, lo agropecuario y otros. Ya somos los patrones sudamericanos, somos el banderín de los derechos humanos, somos el diente más blanco, y ojo, no es de leche.

Chile, Chile lindo, gracias porque nunca has dejado de crecer, y porque nunca te vamos a desconocer.

Con mucho orgullo, sonriámosle al mundo.

¡Viva Chile!

Por: Oscar Ojeda
Editor: Jocelyn Martin

12/11/09

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