Así es, el ídolo, el gran entre grandes, el único que logró escribir una novela espeluznante pero real. El único, que arriesgó su vida con tal de llegar a lo nunca antes visto, el único y más grande Truman Capote.
La vida de Truman Capote nunca fue fácil, creció con un padre ausente y en una situación bastante atípica. Sin embargo (y sin ser sicólogo, me atrevo a decir que es lo más probable), fue esta misma situación la que lo llevó a tener esa capacidad de imaginación, creatividad y locura para escapar de su vida, encerrarse en esa burbuja tan bella como lo es el mundo de la escritura.
Fue así como a los 17 años publicó su primer escrito. Lamentablemente mientras más se aproximaba al éxito, más se acercaba al alcohol y drogas, comprometiéndolo seriamente con un universo oscuro, tétrico y poco afable, en el que tendría que ver a un gran amigo morir, para alcanzar la fama.
En 1959, ocurre el macabro asesinato de la familia Cutter en una ciudad de Estados Unidos. Capote, empieza a estudiar el caso y se da cuenta del provecho que puede sacar de esa tragedia. Cuando descubren a los asesinos, Truman tiene entrevistas con ellos dentro de la cárcel y empieza a crear su mayor conquista, y a la vez, su inevitable destino.
Capote nunca contaba con que se “enamoraría” de uno de sus entrevistados y uno de los asesinos más peligrosos del país. Al darse cuenta de lo parecido de sus vidas, lo comprende, lo acoge y lo acompaña en su sufrimiento, estrechando cada vez más los lazos de su amistad. Finalmente, se da cuenta de que para la culminación de su escrito (“A sangre fría”), necesita la muerte de su encariñado, de la única persona en el mundo que lo puede entender por completo. Finalmente Perry es condenado a la muerte.
“Escribir el libro no me resultó tan difícil como tener que vivir con él”. Esta fue una de las últimas declaraciones que dio y demuestra como terminó la vida de Capote. Es realmente triste saber lo que un hombre tuvo que hacer para lograr encajar en la sociedad, para alcanzar ese preciado triunfo que todos queremos, para llegar al clímax de su vida, para sentirse amado. Es triste saber, que un hombre se destruyó la vida de la misma forma en que construyó su éxito.
Por: Critobal Stevenson
Editora: Jocelyn Martin
La vida de Truman Capote nunca fue fácil, creció con un padre ausente y en una situación bastante atípica. Sin embargo (y sin ser sicólogo, me atrevo a decir que es lo más probable), fue esta misma situación la que lo llevó a tener esa capacidad de imaginación, creatividad y locura para escapar de su vida, encerrarse en esa burbuja tan bella como lo es el mundo de la escritura.
Fue así como a los 17 años publicó su primer escrito. Lamentablemente mientras más se aproximaba al éxito, más se acercaba al alcohol y drogas, comprometiéndolo seriamente con un universo oscuro, tétrico y poco afable, en el que tendría que ver a un gran amigo morir, para alcanzar la fama.
En 1959, ocurre el macabro asesinato de la familia Cutter en una ciudad de Estados Unidos. Capote, empieza a estudiar el caso y se da cuenta del provecho que puede sacar de esa tragedia. Cuando descubren a los asesinos, Truman tiene entrevistas con ellos dentro de la cárcel y empieza a crear su mayor conquista, y a la vez, su inevitable destino.
Capote nunca contaba con que se “enamoraría” de uno de sus entrevistados y uno de los asesinos más peligrosos del país. Al darse cuenta de lo parecido de sus vidas, lo comprende, lo acoge y lo acompaña en su sufrimiento, estrechando cada vez más los lazos de su amistad. Finalmente, se da cuenta de que para la culminación de su escrito (“A sangre fría”), necesita la muerte de su encariñado, de la única persona en el mundo que lo puede entender por completo. Finalmente Perry es condenado a la muerte.
“Escribir el libro no me resultó tan difícil como tener que vivir con él”. Esta fue una de las últimas declaraciones que dio y demuestra como terminó la vida de Capote. Es realmente triste saber lo que un hombre tuvo que hacer para lograr encajar en la sociedad, para alcanzar ese preciado triunfo que todos queremos, para llegar al clímax de su vida, para sentirse amado. Es triste saber, que un hombre se destruyó la vida de la misma forma en que construyó su éxito.
Por: Critobal Stevenson
Editora: Jocelyn Martin

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