Conocemos como arte colonial a la producción artística desarrollada durante el periodo de las colonias españolas y portuguesas en América Latina específicamente, en los siglos XVI, XVII, XVIII.
Este arte fue desarrollado por artesanos indios y maestros europeos que estaban al servicio de la misión evangelizadora de los conquistadores. Esta función, y debido a su época de desarrollo, produjo cercana al manierismo y al estilo barroco.

La producción artística colonial se caracteriza principalmente por integrar a la cultura cosmovisiones, creencias religiosas y técnicas particulares de los conquistadores europeos con la de los aborígenes que habitaban en nuestro continente, es por eso, que comparten muchas similitudes desde México hasta Chile, aunque con algunas variaciones formales según a la región que corresponda.

En este tipo de arte los temas religiosos son los motivos principales, por ejemplo, en cada catedral hay una pieza escultórica y una pintura del arte colonial que muchas veces las ideas eran extraídas de modelos de representación europeos impuestos por los conquistadores, cuyos monumentos eran completamente digeridos por los indígenas, quienes como un modo de resistencia ante la invasión, colocaron silenciosamente en cada obra elementos claros de su cultura, de modo tal que se entremezclaron sus propias imágenes con las de las católicas importadas.

Finalmente, el arte colonial decae con los inicios de la independencia, donde la producción de imágines deja el ámbito religioso para abocarse a la consolidación de las características nacionales de cada nuevo país.
Paradójicamente, para afirmar una identidad propia, los artistas criollos absorbieron el estilo neoclásico e imitaron los modelos europeos
que representaban a la aristocracia.
Por Marioli Baldecchi
Editora: Camila Lorenzini

2/6/09

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